Las restricciones al turismo se prolongan y los actores del área en un estado crítico.
He hablado en muchas oportunidades que el turismo no contagia, que los distintos sectores que componen a este ámbito han trabajo duro para estar a la altura de la realidad pandémica
Ha pasado más de un año, el verano fue solo un oasis en un desierto, por delante las vacaciones de julio, un mes que puede ayudar económicamente al sector.
Es notorio que el problema no está detrás del mostrador, es clara la falta de conciencia social y de una planificación correcta en políticas de estado.
Esta editorial habla un poco de eso, porque el trabajador turístico es el que siente el impacto cuando se ha capacitado y preparado para ofrecer seguridad en sus productos.
Muchos quedaron en el camino, no hace falta mostrar números, algunos son “fontaneros”, otros venden picadas y vinos, algunos han buscado otro empleo, otros en la tétrica espera.
Las restricciones al turismo continúan, nada falta para el descanso invernal, la incertidumbre se arraiga…