El encuentro coscoíno se palpita dentro y fuera de la plaza, durante nueve jornadas visitantes y artistas se reúnen para fortalecer la cultura y el sentir nacional
El Festival Nacional del Folclore, que se realiza cada año en la localidad de Cosquín, propone reencontrarnos con nuestro legado, el cancionero, la cultura, la artesanía, el costumbrismo y la gastronomía.
Desde los primeros días del mes de enero, la terminal local, los alojamientos, los balnearios, se van poblando de visitantes que provienen de diferentes puntos de Argentina, y más lejos también.
Un grupo de viajeros van a disfrutar de las diversas manifestaciones que el Festival cobija, el otro, arriba con guitarra al hombro, bombos, charango, y busca cumplir el sueño de cantar en la plaza mayor, asimismo ambos van a alimentar el milagro coscoíno.
El tramo que une la plaza San Martín, donde todo comenzó hace 63 años, hasta “la Próspero Molina” se convierte en una gran pasarela cargada de emociones.
No solo es un paseo, son cuadras que vibran con una mixtura de reacciones, alegría, esperanza, sorpresa y además la tristeza, si todas juntas.
Vas caminando por sus calles, y se hace notorio el otro festival, en las calles, en los patios, en diversos espacios, en la plaza.
Las voces de aquellos que sueñan llegar a la plaza mayor, sin importar la edad, hacen sonar fuerte el cancionero popular, es ahí donde el encuentro se gesta, si hay guitarra y canto, de seguro hay bailarines.
La Plaza San Martín es la confluencia de los artesanos, es admirable presenciar su labor, son trabajos en cuero, tela, arcilla, vidrio y diversos materiales.
La poesía y la lectura también encuentran su lugar, que aun cuando estamos inmersos en un universo digital, es un espacio muy visitado.
Es allí donde los ojos se posan sobre las piedras, para dar una mirada a los cambios que el entorno del río Yuspe está sufriendo.
La autovía continua su avance, dejando caos a su paso, aunque la acción de lugareños y allegados intenta no olvidar lo que el entorno nos ha brindado.
La mística está en el aire, el costumbrismo se hace fuerte, estás en Cosquín, la Capital Nacional del Folclore.
Han pasado 63 años…
La arenga del “aquí Cosquín”, que ha acompañado a muchas generaciones, se hizo fuerte a través de los años, gestada a mediados de 1960.
Estés dentro o afuera de la plaza, a las 22 hs, todo queda congelado, esperando ese instante, se palpita, las miradas van hacia adelante y hacia arriba, reina el asombro.
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La historia se encargó de exponer que todo tuvo un porque, desde aquel momento en el cual los vecinos salieron a cortar la calle, para luego alcanzar la importancia de ser sede del folclore nacional.
La esencia se mantiene viva, el cancionero popular sigue recordando lo escrito en esa historia tierra adentro, la gente que llega a Cosquín quiere escuchar y corear esas letras.
El escenario Atahualpa Yupanqui es el altar mayor, todos anhelan verse allí, muchos lo lograron, aunque de seguro antes deambularon por las calles cantando a la gorra, es recordadlo lo vivido por Mercedes Sosa, por ejemplo.
Ha pasado más de medio siglo, y la expresión del sentir nacional sigue intacto, todo está en la carta durante el mes de enero, es un espacio donde la cultura, el costumbrismo, las letras y la artesanía han encontrado su voz.
La actividad principal se realiza en la Plaza Mayor, asimismo otras acciones planificadas pueden ser visitadas en la plaza San Martín.
Es en este lugar donde, así también a sus alrededores, se desarrolla la Feria de Artesanías y Arte Popular, Augusto Raúl Cortázar, el Cosquín de Peñas, muestras y exposiciones culturales, encuentro de poetas.
Todas estas actividades tienen más de cincuenta años de trayectoria, y aportan contenido al conjunto de la celebración.
Este encuentro popular, más allá de los avatares de la política, los organizadores, el covid, sigue siendo el punto de reunión de aquellos que siguen alimentando y fortaleciendo el legado.
La esencia festivalera está en la gente, esa es la mística que guarda Cosquín cada año, aunque el espíritu queda a lo largo de todo el año.
Una semana a pura celebración
Dicen que a lo largo de este tiempo los duendes hacen de las suyas, en las calles, en los patios, en la plaza, en los balnearios.
Todo comienza con la llegada de las agrupaciones a caballo por la mañana de la primera jornada y por la tarde el desfile de agrupaciones a pie, este año fueron más de 150.
Cada provincia tiene su pueblo que lo representa, y a lo largo de esa pasarela van exhibiendo sus vestimentas típicas, sus bailes y lo que caracteriza a su terruño.
A partir de ahí todo está servido para la primera luna coscoína, se vendrá la primera arenga, los fuegos de artificio y el escenario cobrará vida.
Pasada la primera jornada, no hay siesta, los visitantes se van congregando alrededor del río Cosquín, y mientras disfrutan del sol y el agua, su atención seguro está en esas nuevas voces que se llevan los gratos aplausos.
Son artistas que provienen de los cuatro puntos cardinales en busca de cumplir el sueño de estar en la plaza.
Seguro, luego, los verás caminado a tu lado buscando alguna peña que lo invite a mostrar su arte en el escenario.
La calle principal es un desfile de almas, cada una con algo que seguro los motiva, aunque las calles laterales tienen algo que contar.
Todo es un poco más tranquilo, no para los bailarines que, ataviados, van caminando de un espacio a otro.
Van apurados, contando anécdotas, sonriendo, “quiero unas zapatillas” comenta uno de ellos, claro van con sus trajes típicos, y es poco el tiempo que tienen, uno de los destinos, la peña de Cosquín.
Cuando el fragor de la velada cesa un poco, hay lugares que los cobijan, estos son los patios, algunos funcionan solo para estos días, otros pueden ser visitados a lo largo del año.
Son varios y todos ofrecen espectáculos con importantes artistas, son espacios en donde se respira otro aire, todo es más tranquilo.
Uno de ellos es el patio de la Piry, es realmente el patio trasero de la casa, al fondo el escenario, es un lugar tranquilo y de encuentro.
El pasillo de ingreso separa los mundos, es como un paso dimensional, de pronto se respira otro aire, las voces en el escenario se apropian del entorno, y sí… hay magia en el lugar.
El silencio es lo que llama la atención, aunque en el escenario los músicos nos brindan sus mejores interpretaciones.
Al encontrarse rodeado de casas familiares, la idea es no ser provocar un malestar a los vecinos, por tal motivo los espectadores conocen la regla, y está de más decir que colabora con la esencia del patio.
Frente a la Próspero Molina, se puede visitar el Patio del cura, el cual está ubicado al costado de la iglesia Parroquia Nuestra Señora del Rosario.
Este espacio ya tiene unos años y se gestó con el objetivo de que lo recaudado sirva de ayuda a clubes, instituciones, a la Casa de la Hospitalidad para mujeres que han denunciado violencia de género, así también a Caritas.
La gastronomía tradicional es la vedette en el Viejo Patio, locro, humita, empanadas y una variada carta son parte principal de la carta a la que los visitantes pueden acceder a lo largo del pre Cosquín y de las nueve lunas.
El Festival Nacional del Folclore nos invita a fortalecer nuestra cultura y mantener vivo nuestros costumbrismos, así mismo ser comunicadores de nuestro legado tradicional.
Es el espacio para dar a conocer nuevas voces, proponer un nuevo repertorio y dar rienda suelta a los sueños.
Es una semana donde visitantes y artistas se reúnen, juntos alimentan el sentir nacional, para que cada año ese milagro coscoíno se produzca.