La Fiesta del Duende en Cosquín sorprende con momentos que pintan la esencia del costumbrismo local. Sonrisas y algunas lágrimas acompañaron la celebración.
El duende coscoíno se ha despertado, y ya se avizora un nuevo encuentro en enero. Las nueve lunas festivaleras ya se palpitan, la plaza Prospero Molina te espera.
El pasado finde XXL la localidad sorprendió con sus tradiciones, aquellas que le dan motivo a la mística de su festival.
La Fiesta del Duende es la celebración previa al gran encuentro folklórico, y se desarrolla en dos momentos que difieren, por la forma en que se desarrolla y su emotividad.
La quema del duende es el primer capítulo de los festejos, en palabras de Gerónima Maza, vecina de la localidad, que aún no se ha transformado en un ritual, aunque es una ceremonia que tiene todos sus condimentos para serlo.
El lugar elegido fue a orillas del histórico Río Cosquín, en el balneario La Toma, con un paisaje que lo completa el maravilloso Cerro Pan de Azúcar.
Allí se pone la estructura que soporta al duende, y las personas que participan van pegando sobre su cuerpo papelitos en el que han escrito aquello que se quieren dejar atrás para quemarlo junto al duende y que de las cenizas renazcan los buenos deseos.
El relato de Gerónima le puso una pisca a la experiencia, y las sonrisas se mezclaron con un par de lágrimas.
Allí estábamos rodeando al duende, esperando ese instante. Gerónima toma la palabra y nos cuenta «que ya ha pasado un año y que ya está cansado…»
Continúa, «ha caminado por aquí, por La Toma, también por la Mandinga a lo largo de muchas madrugadas, sorprendiendo con su magia a los jóvenes que vaya a saber por qué se escondían”, relata entre las risas de los visitantes.
“El duende tira su magia y los enamora”…
La quema es para que sus cenizas se unan a la tierra y generen una nueva vida, mayor energía para las festividades que se vienen en enero.
Allí está la vecina coscoína, dando color a esta historia que tiene sus años, aunque aún, como lo ha narrado, no se ha convertido en mito
El relato llegó a su fin, y se encendieron con fuego unos cacharritos, los cuales se depositaron por debajo de la estructura del duende. Y… si… ese es el instante…
El fuego va copando la armazón, y de pronto… empiezan a tomar vuelo los papelitos escritos, la magia se apodera de ese momento.
Luego del silencio, el asombro y posterior el aplauso, era necesario un empujoncito para que reacciones.
Junto a Emi, Guada y Ema, amigos que residen en la localidad, quedamos maravillados con la intensidad emotiva que se vivió.
El duende coscoíno se ha despertado
Al otro día será el despertar del duende coscoíno y todo es mayormente fiesta, la picardía, la alegría, los colores, el baile y la música copan la calle principal desde la Plaza San Martín hacia la otra plaza, la Próspero Molina.
La gente acompaña el paso de duendes, el baile maravilloso y contagioso de Los Caporales, así también el transitar de los cuerpos de danza folklóricas locales y visitantes.
El entorno ayuda para crear esa mística que se une a la magia de ese duende que va dando sus primeros pasos.
De pronto las canciones que son parte de la cultura argentina suenan fuerte, los músicos arremeten con sus guitarras y bombos, todo es el preludio de aquellas nueve lunas que darán luz a las noches coscoínas de enero.
El frío no hizo mella, y la icónica plaza Próspero Molina se llenó de almas para festejar juntos el renacer del duende.
Falta menos, se viene la gran fiesta de la música y de la cultura. La edición 63 del festival mayor del folclore ya abrió sus puertas en Cosquín.